Para mí, el pensamiento positivo es la capacidad que nuestra mente tiene para aportarnos calidad de vida. De acuerdo con estudios científicos, las personas tenemos decenas de miles de pensamientos diarios, entre 60 y 80.000, aproximadamente y los positivos:
Mejoran nuestro sistema inmunológico y evita enfermedades.
Aportan paz, bienestar y felicidad.
Generan una actitud y atmósfera positiva.
Mejoran las relaciones interpersonales.
Reducen el estrés, la ansiedad y depresión.
Te hacen más fuerte, resiliente y exitoso.
Aumentan la energía y vitalidad.
Alargan la vida.
Si pensar de manera constructiva tiene tantos beneficios, entonces todos deberíamos intencionalmente revisar y tomar consciencia sobre el tipo y calidad de nuestros pensamientos a fin de crear este hábito, porque ser una persona positiva, como todo lo trascendental en nuestras vidas, es una elección y una decisión.
Ahora bien, para todas las personas pensar de manera constructiva no es fácil. Por ello, quisiera compartir algunas estrategias que he encontrado y estoy aplicando, que pueden ayudarnos a generar los pensamientos positivos que necesitamos para procurarnos una vida plena y en balance.
Meditar ayuda a rechazar los pensamientos que no nos aportan, a enfocarnos y establecer más conexión social y todo esto te ayuda a pensar constructivamente. Esta tesis está confirmada en el interesante trabajo de investigación: “La meditación de bondad amorosa aumenta la conexión social”, de la Universidad de Stanford.
No pierdas oportunidad para ser amable. La amabilidad no solo hace feliz al que la recibe, sino al que la da. Ser amable produce una sensación de bienestar interna que genera pensamientos y emociones positivos.
Sonríe cada vez que puedas. No pierdas ni una oportunidad de sonreír. Ello genera pensamientos positivos y reacciones químicas que te producen bienestar, como la serotonina, dopamina, oxitocina y las endorfinas.
Expresa gratitud. Enfócate en todo lo que eres y tienes más que en lo que falta, ayuda a pensar y sentir positivamente.
Vive el presente y saborea tus experiencias positivas, por más pequeñas que sean. Generalmente, si algo sale mal, nos quedamos pensando en eso por un largo período; haciendo que muchísimas de las bendiciones que disfrutamos cada día pasen desapercibidas. Amanecer vivo, poder respirar o caminar, tomar un café, recibir un gesto amable. Sé agradecida, piensa y vive cada día, sabiendo lo afortunada que eres.
Rodéate de personas positivas. Acércate a gente con valores, optimista, con buena actitud, que te inspire, que encuentre oportunidades en la adversidad, que trabaje por superar limitaciones y procurarse bienestar, que tiene los hábitos y el tipo de vida que tú deseas para ti.
Exprésate con palabras constructivas y cuida la forma en que usas el “yo soy”. No es lo mismo decir “me he quedado en casa esta cuarentena”, que decir “esta cuarentena ha sido un encierro insoportable”. No es igual decir “fracasé o me salió mal este proyecto” a decir “yo soy una fracasada”.
Prográmate para detectar lo positivo de cada situación por difícil que sea. Cada momento o persona, por desafiante o retadora que parezca, deja un aprendizaje que necesitarás para seguir avanzando. Detéctalo, fíjalo en tus pensamientos y úsalo en tu beneficio para que todas tus experiencias sean siempre positivas. Visualiza y planifica el éxito.
Atrévete a responsabilizarte de tu vida y no a ser una víctima de ella. Cuando sabes que la vida que tienes depende de ti y no de tus circunstancias, comienzas a pensar como un líder.
Comparte con personas que te generen emociones bonitas, ve una película, escucha una canción, habla con alguien, etc.
¿Ya elegiste pensar constructivamente? Si es así, entonces, continuemos juntas por un camino que no será fácil, pero que nos conducirá a la plenitud y el balance.
Referencias bibliográficas:
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