Toda mi vida creí que el bienestar de una persona estaba asociado a sus logros. En otras palabras, que la felicidad era la consecuencia, por ejemplo, de ser delgada y bella, tener buenas calificaciones, graduarte en una universidad reconocida, desarrollar una carrera, un buen trabajo, ganar mucho dinero, tener y disfrutar de bienes materiales, como una buena casa, automóviles, tener una pareja, hijos; en fin, una lista interminable. Por supuesto, como resultaba tan difícil lograrlo todo, tenía la falsa percepción de que si no me sentía feliz se debía a que me faltaba por alcanzar alguna de estas metas.
Esto me resultó tan interesante, que comencé a observarme y descubrí que dedicaba muchísimo tiempo y esfuerzo a lograr todos esos objetivos, pero cuando alcanzaba alguno, la alegría me duraba solo un poco. Rápidamente me acostumbraba y volvía a necesitar otro logro similar para volver a sentir aquello que yo creía que era la felicidad.
Entonces, decidí investigar sobre el tema y fue así como comencé a estudiar la Ciencia del Bienestar, que imparte la Universidad de Yale, a cargo de la Profesora de Psicología Laurie Santos, quien le dio respuesta a mis inquietudes. Lo primero que entendí es que la sociedad nos induce a creer que la felicidad está fuera de nosotros y depende de lo que tenemos o logramos, cuando eso no es cierto. El acto de equivocarnos sobre lo que creemos que nos hará más felices en el futuro, pero que igualmente volverá a dejarnos insatisfechos y lejos de nuestro ideal de felicidad es lo que se conoce como “miswanting“.
Actualmente contamos con interesantes estudios científicos que nos demuestran que la felicidad que tanto buscamos, no está donde creíamos encontrarla. En efecto, para muchas de nosotras tener dinero y bienes materiales, como casas, automóviles, ropa y accesorios de marca nos haría muy felices. Sin embargo, es fácil comprobar que hay muchas personas que aún teniendo todo eso no logran la felicidad.
Revisemos entonces por qué sucede esto. Por ejemplo, no existe acuerdo en la cantidad mágica y universal de dinero o bienes que hacen feliz a alguien porque mientras más ganamos o más tenemos, tendemos a creer que necesitamos más y nuestro número ideal continúa ascendiendo. Quizás esa es la razón por la que científicamente se ha revelado que una vez que ganamos o disponemos del dinero suficiente para satisfacer las necesidades propias o familiares, el dinero extra mejora la evaluación que hacemos de nuestras vidas, pero no impacta significativamente nuestro bienestar emocional (Diener and Oishi, 2000 en “El dinero y la felicidad” y Kahneman & Deaton 2010 en “Altos ingresos mejoran la evaluación de vida, pero no el bienestar emocional”).
Adicionalmente, estudios científicos demostraron que, en 1940, con menos tecnología y comodidades, las personas eran más felices en comparación con el año 2015. En consecuencia, hay evidencias de que la correlación entre altos ingresos o comodidades y felicidad no es significativa.
También resultan muy interesantes los estudios científicos orientados a demostrar, que cuando la gente se casa o convive con una pareja es más feliz los primeros 2 años, pero luego se siente igual a alguien que no tiene pareja, y si la relación no es buena, se puede llegar incluso a sentir más infeliz en comparación con aquellos que no tienen pareja (Lucas y sus colegas, 2003).
Igualmente, la ciencia ha revelado que los cambios que experimentamos cuando bajamos de peso o nos hacemos tratamientos o cirugías plásticas, tampoco impactan significativamente nuestro bienestar, por lo menos no tanto como pensamos. (Jackson y colegas 2014, Von Soest y colegas 2012)
Ahora ya sabes qué es el “miswanting” y entiendes por qué aquello que siempre creíste que te haría sentir feliz, no impacta significativamente tu bienestar emocional. Son muchas las razones para tomar consciencia sobre lo inútil que resulta buscar la felicidad fuera de nosotros, asociándola a logros, personas o cosas, porque en el momento en que las obtienes te aportan alegría, pero muy pronto, te adaptas y sientes que necesitas otro estímulo para sentirla de nuevo.
Por eso quiero invitarte a replantear tus creencias y elegir no dedicar toda tu vida a alcanzar objetivos sin propósito, a cualquier precio, y entender que experimentar la felicidad real que se encuentra dentro de ti, te facilitará lograr la meta que te propongas en cualquier ámbito de tu vida.
¿Lista para empezar a experimentar la felicidad verdadera? En nuestros próximos artículos aprenderemos juntas cómo lograrlo.
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