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Foto del escritorLiz Torres

Libérate de la trampa



Muchas personas tenemos una cantidad de roles y actividades que cumplir, y lograrlo se convierte en un verdadero reto. Estamos tan inmersos en el día a día que muy pocos hacemos una pausa para evaluar si todo eso que hacemos tiene sentido, o si son distracciones que nos impiden ser y hacer lo que realmente es importante. Como diría uno de los autores que más disfruto, Robin Sharma, se trata de estar ocupados en estar ocupados.


Hoy quiero invitarte a hacer esa pausa, a tomarte unos minutos para revisar qué estas haciendo y si lo que haces te está llevando a la dirección a la que deseas llegar. El punto es que nuestra mente y nuestro modelo de realidad suele tendernos algunas trampas que fácilmente nos desvían de la dirección apropiada y nos inducen a equivocarnos en cuanto a lo que creemos que nos hará felices en el futuro. En efecto, hoy quiero compartirte 3 de ellas:


1. La mayoría de las cosas que deseamos, porque creemos que nos harán sentir felices no surgen de una necesidad nuestra real, sino de la publicidad, patrones y comparaciones con otras personas.



La publicidad llega a nosotros con el objeto de generar una necesidad que con frecuencia no es real. ¡Se trata de un negocio! Si te detienes a hacer una evaluación sobre mucho de lo que compras, te darás cuenta de que ni siquiera te hacía falta. Muy probablemente, no lo habrías adquirido si no te lo hubieran mostrado y no resultara tan fácil hacerlo con un simple click en tu computadora o teléfono celular. Entonces, la sugerencia es no dejarte manipular, filtrar la información que recibes e identificar y comprar aquellas cosas que realmente necesites.


Por otra parte, es muy frecuente que nuestros deseos estén basados en patrones y comparaciones sociales, con otras personas del entorno o que observamos a través de la TV, internet o las redes. En este sentido, estudios científicos revelan que una persona puede llegar a sentir la necesidad de comprarse un auto nuevo simplemente porque su vecino lo compró y lo estaciona frente o al lado de su casa todos los días. Una vez más, quiero ratificar que cada ser humano es único e irrepetible, así como sus circunstancias y estilo de vida. No tiene sentido alguno compararse con alguien más o creer que la manera en que vive el otro le aporta más felicidad o convierte su vida en mejor que la tuya.

La felicidad puede ser generada aquí y ahora de manera muy efectiva, sin que las circunstancias importen. Te invito a tomar la decisión de eliminar las comparaciones sociales que afectan tu bienestar emocional, y comenzar a concentrarte en lo realmente importante.


2. La mayoría de las veces pensamos que el impacto que tendrá una experiencia positiva o negativa en nosotros o nuestras vidas será mayor de lo que realmente alcanza a tener.


En otras palabras, siempre tenemos la percepción de que nuestros logros y experiencias positivas, como por ejemplo, comprar un auto último modelo o ganar la lotería, cambiará totalmente nuestras vidas y nos hará sumamente felices. O que nuestras experiencias negativas, como perder un trabajo o terminar una relación, cambiarán radicalmente nuestras vidas y nos convertirán en personas profundamente infelices.


Estudios científicos demuestran que, en condiciones normales, las personas celebramos, pero pronto nos acostumbramos a los eventos positivos que nos ocurren. Igualmente, ante un evento negativo, sufrimos el impacto y luego nos adaptamos, porque según el estudio de los psicólogos Dan Gilbert de la Universidad de Hardvard y Timothy Wilson de la Universidad de Virginia, presentado en 2001, las personas tenemos un sistema inmune psicológico. Eso quiere decir que somos más fuertes y resilientes de lo que creemos, enfrentamos y superamos nuestros retos y salimos fortalecidos de ellos. Entonces, experimentar plenitud no depende de nuestras circunstancias o logros, sino de nuestra actitud ante la vida.


3. Cuando logramos o compramos algo, se produce una descarga de dopamina que genera una sensación de placer inmediato. Pero muy pronto, nos acostumbramos y volvemos a sentirnos vacíos e insatisfechos y necesitamos un nuevo estímulo para volver a sentir esa gratificación instantánea. Eso se llama Adaptación Hedónica.



Los psicólogos Shane Frederick y George Loewenstein estudiaron y crearon el nombre de la adaptación hedónica. Para explicarla, emplearon el ejemplo de los ganadores de lotería. En el momento en que ganan la lotería, las personas sienten que podrán vivir como habían soñado, pero, poco tiempo después, se adaptan y regresan al mismo nivel de bienestar o felicidad que experimentaban antes de ganarla. Si crees que cualquier experiencia positiva o negativa cambiará radicalmente tu vida, al punto de convertirte en una persona feliz o infeliz, la ciencia y la experiencia nos recuerdan que no será así.



Entonces, si soñamos con vivir con plenitud, debemos tener presente la diferencia entre gratificación instantánea y felicidad, para trabajar en función de alcanzar esta última.

Ya sabemos que no tiene caso asumir que no eres feliz porque te falta algo. Dedicar tu vida, tiempo y esfuerzo a intentar lucir como una modelo de revista, ganar mucho dinero, acumular bienes materiales, relojes, ropa de costosas firmas, autos, propiedades, yates o aviones; así como tener una pareja o cualquier otra circunstancia o cosa que se encuentre fuera de ti, solo te generará una gratificación instantánea a la que pronto te acostumbrarás, te sentirás vacío y necesitarás más.


Por el contrario, vivir y saborear tu presente, identificar las bendiciones que disfrutas, vivir en agradecimiento, mirar hacia tu interior, meditar, conectar con tu intuición, hacer lo que te apasione, cuidar tu salud, dedicar tiempo a tu crecimiento personal, disfrutar de la conexión con el planeta, las personas y todo lo que hay en él, al igual que ser amable, identificar tu propósito, cumplirlo y dejar una huella positiva en el mundo sí contribuirá a hacerte sentir pleno de forma sostenida en el tiempo.


En nuestros próximos artículos profundizaremos sobre cada uno de estos hábitos del bienestar.


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