La amabilidad es un valor humano y un hábito extraordinario que, en palabras de mi hijo Gabriele De Stefano en su libro Seamos personas más valiosas (por publicarse próximamente), significa “la cualidad de ser gentil y preocuparse por los demás”. Se trata entonces de practicar conductas solidarias o afectuosas hacia nuestro entorno.
¿Por qué ser amables es importante?
Investigaciones científicas indican que practicar la amabilidad nos hace más felices y motiva a otros a seguir el ejemplo. El estudio realizado por los psicólogos Elizabeth Dunn y Michael Norton, autores del libro Dinero feliz, demostró que somos más felices cuando invertimos nuestro dinero en otras personas, independientemente del monto gastado y de la nacionalidad o cultura de los individuos que realicen la acción. Por otra parte, la doctora en psicología Sonja Lyubomirski, descubrió que practicar más actos de amabilidad diariamente, generaba mayor bienestar. Esto ha sido confirmado en niños; lo que significa que, si los motivamos a ser más amables, también los estaremos ayudando a ser más felices. Por su parte, Darnell Hunt, decano de la división de Ciencias Sociales de la UCLA, aporta un dato muy interesante: la amabilidad es contagiosa. “Cuando las personas presencian actos de amabilidad, se inspiran para replicarlos”.
Recientemente, pude aplicar toda esta información. En mi trabajo final del Curso La Ciencia de la Felicidad impartido por la profesora Laurie Santos de la Universidad de Yale, pude constatar que incorporar en mi rutina diaria, y de forma intencional, la práctica de siete actos de amabilidad, durante cuatro semanas continuas, aumentó mi nivel de felicidad; ratificando las ideas y conocimientos que ya tenía sobre el impacto de la amabilidad como generador de bienestar personal.
Una excelente forma de sentir inspiración para ser amables es vivir en estado de gratitud. Cuando asumimos la vida como un regalo, identificamos lo que somos, lo que hemos logrado y asumimos las experiencias retadoras como oportunidades de aprendizaje y crecimiento, nos resulta mucho más sencillo ser gentiles, solidarios o afectuosos con los seres que nos rodean y con el planeta. Experimentar el estado de bienestar y felicidad resulta valioso no solo por la sensación de plenitud que nos aporta, sino porque facilita el logro de nuestras metas. Las personas solemos pensar que la felicidad está asociada al cumplimiento de nuestros objetivos, pero la ciencia demuestra que realmente funciona al revés: el bienestar es el estado que hace posible el ejercicio de ese poder ilimitado que existe dentro de nosotros y que nos convierte en imparables.
En conclusión, la amabilidad no solo hace más feliz al que la recibe, sino también al que la practica. ¿Se imaginan un mundo en el que todos seamos naturalmente amables y felices? Te invito a vivir esa hermosa frase de Gandhi que dice “Sé el cambio que deseas ver en el mundo” y comenzar hoy mismo a practicar la amabilidad para hacer la diferencia en tu vida y en tu entorno.
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