Generalmente, las personas experimentamos la vida en conexión permanente con todo aquello que está fuera de nosotros. Permitimos que las circunstancias, situaciones, experiencias y personas que nos rodean nos impacten e influyan sobre nuestro sistema de creencias que, como hemos conversado en anteriores artículos, se refiere al filtro con el que interpretamos la realidad.
La meditación es la herramienta que nos da la oportunidad de conectarnos con nuestro interior y, estando allí, podemos entender realmente quiénes somos y el poder ilimitado que tenemos para transformar y crear la realidad y plenitud que queremos en nuestras vidas; independientemente de las circunstancias que nos corresponda experimentar y de las opiniones de las personas de nuestro entorno.
Meditar es una práctica milenaria, cuyo origen se atribuye a la India y que todas las personas deberíamos incorporar a nuestra rutina diaria. Se trata de entrenar nuestra mente, alcanzar un determinado estado de consciencia y promover la relajación, fijando nuestra atención en el presente, evitando juicios o pensamientos que nos distraigan.
El psicólogo Juan Armando Corbín, de la Universidad de Buenos Aires, nos habla de los diversos tipos de meditación y técnicas, entre los que destaca:
La meditación de sonido que se basa en el uso de mantras.
La trascendental, que también emplea mantras pero distintos a los de la meditación de sonido.
Zazen, conocida como zen, de origen budista japonés, que se realiza sentados y en la que se da una concentración profunda de la postura y respiración.
Tonglen, que te permite conectar con el sufrimiento.
Metta, o de amor benevolente, de origen budista tibetano y que ayuda a aumentar la empatía, compasión y positividad, etc.
La vipassana, de origen budista, que se emplea en occidente a través del Mindfulness y muy popular actualmente, es una forma de meditación que permite tener plena consciencia del aquí y ahora y tiene por objetivo que las personas aprendan a vivir la realidad tal y como es, desvinculándola de todo tipo de emoción o juicio personal. Se emplea para tratar la ansiedad, depresión, el dolor, cáncer e hipertensión, y también en entornos educativos, deportivos y empresariales.
Cada quién puede elegir el tipo de meditación que prefiera; lo importante es entender que desarrollar este hábito, además de ser económico, aportará muchas ventajas: aumentando nuestro bienestar , efectividad y calidad de vida.
En los últimos años, se han realizado interesantes estudios científicos sobre la meditación que revelan sus incontables beneficios. Comparto algunos de los que me parecieron más interesantes:
Un estudio realizado por los profesores de medicina Richard Davidson, de la Universidad de Wisconsin, y Jon Kabat-Zinn, de la Universidad de Massachussets, demostró que, después de ocho semanas de meditación, aumentó la actividad del lado izquierdo del cerebro, que se asocia con emociones positivas.
El Dr. Herbert Benson, fundador del Instituto Mente-Cuerpo en la Universidad de Harvard, informó que la meditación genera una respuesta de relajación que impacta positivamente el metabolismo, el ritmo cardíaco, la respiración, la presión arterial, la química del cerebro.
Otros estudios de Harvard han demostrado que la meditación mejora la condición física y mental de personas con fibromialgia, cáncer, dolor crónico, enfermedades arteriales coronarias.
El estudio realizado en 2008 por Bárbara Frederickson, profesora de psicología de la Universidad de Carolina del Norte, encontró que, después de ocho semanas, las personas que meditan experimentan más emociones positivas y se sienten más felices.
La neurocientífica alemana Brita Hölzel, reveló en un estudio en 2011 que después de ocho semanas de meditación las personas crearon tejido cerebral, aumentaron la materia gris en regiones de la red por defecto y mejoraron la parte motriz del cerebelo.
Michael Mrazek, Director de Investigaciones del Centro de Mindfulness de la Universidad de California, en 2013, descubrió que quienes meditan mejoran su memoria y obtienen mejores resultados en sus exámenes de admisión.
Cendri Hutcherson y sus colegas del Departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, en 2008, observó que quienes hacen meditación sobre el amor y la bondad establecen más y mejores conexiones sociales.
Con base en lo anteriormente expuesto, la meditación:
Ayuda a combatir el estrés que afecta el sistema inmunológico.
Reduce la ansiedad, el estrés y la depresión.
Mejora el insomnio.
Mejora el dolor.
Potencia la aparición de pensamientos y actitud positiva.
Mejora la calidad de las relaciones humanas.
Aporta claridad.
Mejora la atención y concentración.
Mejora la memoria.
Potencia la creatividad.
Facilita el aprendizaje.
Aprender a meditar es un proceso. Si nunca antes lo has hecho, será útil comenzar con alguien que te enseñe o junto a personas que practiquen el tipo de meditación de tu preferencia y que te sirvan de inspiración y motivación. Te sorprenderás de lo bien que te vas a sentir, de la efectividad y bienestar que traerá a tu vida. Entonces, ¿por qué esperar? Te invito a comenzar ya a desarrollar este hábito saludable, a disfrutar de sus beneficios y de una mejor calidad de vida.
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