Cuando hablamos de que hombres y mujeres tengan iguales oportunidades, resulta prioritario revisar y actualizar las nociones de feminidad y masculinidad. Y en este sentido, quiero ser muy enfática: Masculinidad y machismo son dos conceptos totalmente diferentes.
Esta semana conversamos sobre paradigmas o modelos en los que creemos, y que condicionan la forma en que vemos la realidad y actuamos. Entonces, es fundamental tomar consciencia de ellos, revisarlos y hacer los esfuerzos necesarios para actualizarlos y aplicarlos, en función del tipo de sociedad que queremos construir.
Actualizar la noción de feminidad podría implicar, por ejemplo, que la mujer tenga la oportunidad de tomar el control y las decisiones más importantes de su vida. Ella, fuera de condiciones de abuso, discriminación o vulnerabilidad, debería poder acceder a la educación, emprender o trabajar en el área de su preferencia, producir, decidir si desea vivir en pareja, tener hijos o no y participar en la toma de decisiones familiares y sociales. Revisar la noción de masculinidad podría referirse a soltar esquemas de abuso y dominación hacia la pareja e hijos; involucrarse más en las tareas de casa y la crianza de los niños; aceptar el crecimiento de la pareja y su aporte a la familia. Muy probablemente cuando estabas muy pequeño tu papá no te cambiaba el pañal, no te alimentaba, no te llevaba a una fiesta infantil o no asistía a una reunión con tu maestra del colegio, para hablar de algún problema o de la estrategia que debían aplicar en equipo para ayudarte a solucionarlo. Seguramente, trabajara o no, era tu madre quien lo hacia o quizá tu abuela, alguna tía o empleada de la casa. Afortunadamente, hoy, cada día veo con más frecuencia padres involucrados en el cuidado y crianza de sus hijos y a más madres transitando el camino de su realización. Los padres de hoy, dan tetero, cambian panales, llevan a sus hijos a sus actividades extracurriculares, van al colegio y acompañan a los niños a sus compromisos sociales o de la escuela. ¿Te parece que estas madres y estos padres son menos femeninas o masculinos que los nuestros? o ¿piensas que es una bendición que cada día más niños puedan disfrutar de padres y madres que se desarrollan individualmente y de la presencia del padre y la madre en todos los aspectos de su vida? El problema es que si bien ha habido avances, nos queda mucho trabajo por hacer.
Yo considero que nuestros esfuerzos deben dirigirse a constituir familias que funcionen como equipos en el mayor balance posible. Se trata de permitir el crecimiento, realización, participación de cada uno en todos los espacios de la vida y trabajar juntos para lograr objetivos individuales, comunes, y sobre todo, para el bienestar familiar y social: porque la perspectiva de hombres y mujeres es valiosa y clave para superar obstáculos y alcanzar metas con éxito.
A aquellos hombres y mujeres que todavía tienen dudas sobre hacer cambios de paradigmas en casa, quisiera hacerles estas preguntas: ¿no perciben con asombro las maravillosas habilidades y fortalezas de sus hijos e hijas? ¿Qué hacemos con esas niñas inteligentes, despiertas, capaces e independientes, de quienes ya visualizamos el tipo de mujeres que serán mañana? ¿Cómo manejamos a esos niños cada vez más sensibles, preocupados por el planeta y todos los seres que viven en él? ¿Crees que el modelo tradicional que tantas familias siguen aplicando hoy, los hará triunfar en sus relaciones personales y de pareja? ¿Te parece que un niño criado bajo ese modelo tradicional podrá establecer vínculos seguros y estables con muchas de las mujeres, niñas hoy, que están siendo criadas con una visión totalmente diferente? ¿Consideras que les estás dando el ejemplo y herramientas que necesitan para tener éxito y ser felices en el futuro? Es urgente revisar el modelo que aplicamos en casa. Depende de nosotros que la próxima generación ya pueda disfrutar de una sociedad más abierta y justa, que les facilite su desarrollo, éxito y bienestar y que, tanto nosotros como ellos, encontremos nuestro lugar en ella.
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